El Sínodo es una invitación para que cada diócesis se embarque en un camino de profunda renovación inspirada por la gracia del Espíritu de Dios. Como se indica en el Documento Preparatorio, el Sínodo se plantea una cuestión principal: ¿Cómo se realiza hoy en la Iglesia nuestro “caminar juntos” en la sinodalidad? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”?
La fase diocesana del proceso sinodal 2021-2023 es una oportunidad para escuchar más profundamente la voz del Espíritu, aumentar la participación y el alcance, mejorar la calidad del diálogo, discernir sobre otros temas, fortalecer la conversión en actitudes y habilidades, y animar el sentido de conexión de la gente entre la Iglesia local, regional y global.
Sobre esta cuestión se busca el sensus fidei de todo el Pueblo de Dios. Dado que cada diócesis tiene un contexto único, su camino para buscar, promover y cosechar los frutos de este sensus fidei será único.
Para que el trabajo diocesano tenga éxito, en un primer momento se debe realizar un trabajo de preparación dentro del equipo sinodal y en relación con el obispo de la diócesis.
Los miembros del equipo diocesano junto con el obispo disciernen el camino que se puede hacer en cada Iglesia local
Cada diócesis discierne la forma más adecuada para hacer posible la experiencia sinodal y la adapta a sus circunstancias propias.
El trabajo de los grupos se puede organizar en varias sesiones para la escucha, el diálogo y el discernimiento.
Aunque cada comunidad cristiana puede establecer su modo de afrontar los temas propuestos, esta guía puede servir a los responsables de cada grupo.
Tras las reuniones en parroquias y comunidades, el resultado del discernimiento se envía al equipo diocesano para la preparación de la síntesis diocesana.
En general, las directrices del Sínodo nos recuerdan que:
→ El objetivo es asegurar la participación del mayor número posible, para escuchar la voz viva de todo el Pueblo de Dios.
→ Esto no es posible si no hacemos un esfuerzo especial para llegar activamente a las personas donde se encuentran, especialmente a los que a menudo son excluidos o no participan en la vida de la Iglesia.
→ Debe haber un claro enfoque en la participación de los pobres, marginados vulnerables y excluidos, para escuchar sus voces y experiencias.
→ El proceso sinodal debe ser sencillo, accesible y acogedor para todos.
La planificación de este proceso es ya el comienzo de la conversión sinodal.
A continuación, se presentan algunos puntos sugeridos que se pueden utilizar para discernir el camino de su diócesis. El contacto diocesano y el equipo sinodal, junto con el obispo, podrían discernir juntos con el siguiente guión:
Algunas diócesis ya están comprometidas en procesos sinodales, ya sea a nivel local, nacional o continental. Pueden estar también en proceso de planificación pastoral diocesana o conmemorando aniversarios especiales.
Cada diócesis puede discernir las formas más adecuadas para hacer posible una experiencia sinodal guiada por el Espíritu para su pueblo, prestando especial atención a aquellas personas cuyas voces no han sido escuchadas en el pasado. En el sitio web del Sínodo hay consejos y recursos sobre cómo hacerlo.
Como se ha mencionado anteriormente, se invita a las personas y a los grupos a participar en el Proceso Sinodal a través de la propia Iglesia local. Sin embargo, también es posible que las personas y los grupos envíen directamente su contribución a la Secretaría General del Sínodo de los Obispos.
Dentro de cada Iglesia local, las reuniones deberían organizarse de manera que se pueda promover la experiencia sinodal más fructífera en el contexto diocesano. Lo ideal sería organizar “reuniones de consulta sinodal” para el mismo grupo de participantes, de modo que puedan profundizar y dialogar con mayor riqueza. Además, se pueden organizar nuevos grupos para que un mayor número de personas puedan escuchar y comprometerse, y obtener así una mayor diversidad de opiniones y de experiencias.
Aunque las personas individualmente pueden contribuir con sus intervenciones a la consulta, comunicándolas directamente a la diócesis, deben promoverse las experiencias comunitarias del proceso sinodal por encima de las aportaciones individuales, ya que manifiestan mejor el espíritu sinodal de caminar juntos. En este sentido, se pueden proponer vídeos, videoconferencias, reflexiones bíblicas y oraciones a los que contribuyen individualmente, para unirlos más a la experiencia de la sinodalidad.
Organizar reuniones de consulta sinodal con la participación de diversas parroquias puede ser una buena manera de reunir a personas de diferentes ambientes socioeconómicos, etnias, grupos de edad, etc. Dos o más parroquias pueden reunirse para planificar una serie de reuniones conjuntas de consulta sinodal. Pueden concentrar cuanto comparten en torno a una experiencia relevante en común, como los desafíos que enfrentan como cristianos, ser Iglesia en medio de la pandemia del COVID-19, o algo relacionado con su contexto. Se puede formar un equipo organizador interparroquial.
También se sugiere integrar el tema de la sinodalidad y este Proceso Sinodal de consulta en los encuentros y reuniones locales o diocesanos ya programados, siempre que sea posible. En este sentido, la fase diocesana del Proceso Sinodal puede enriquecer la agenda pastoral existente para el año 2021-2022, a la vez que inspira nuevos elementos.
Las preguntas que acompañan a cada uno de los diez temas siguientes pueden servir de punto de partida o de guía útil para los grupos que participan en la consulta diocesana. El equipo sinodal de la Conferencia Episcopal Española ofrece este texto adaptado de los diez núcleos temáticos para el trabajo en los grupos de consulta sinodal en las parroquias y comunidades cristianas. En esta edición adaptada, se subrayan las preguntas que se considera de especial importancia para escuchar, dialogar y responder.
Núcleos básicos (de especial importancia responder a las preguntas en negrita):
I. LOS COMPAÑEROS DE VIAJE
En la Iglesia y en la sociedad estamos en el mismo camino uno al lado del otro. En la propia Iglesia local, ¿quiénes son los que “caminan juntos”? Cuando decimos “nuestra Iglesia”, ¿quiénes forman parte de ella? ¿quién nos pide caminar juntos? ¿Quiénes son los compañeros de viaje, considerando también los que están fuera del perímetro eclesial? ¿Qué personas o grupos son dejados al margen, expresamente o de hecho?
II. ESCUCHAR
La escucha es el primer paso, pero exige tener una mente y un corazón abiertos, sin prejuicios. ¿Hacia quiénes se encuentra “en deuda de escucha” nuestra Iglesia particular? ¿Cómo son escuchados los laicos, en particular los jóvenes y las mujeres? ¿Cómo integramos las aportaciones de consagradas y consagrados? ¿Qué espacio tiene la voz de las minorías, de los descartados y de los excluidos? ¿Logramos identificar prejuicios y estereotipos que obstaculizan nuestra escucha? ¿Cómo escuchamos el contexto social y cultural en que vivimos?
III. TOMAR LA PALABRA
Todos están invitados a hablar con valentía y parresia, es decir integrando libertad, verdad y caridad. ¿Cómo promovemos dentro de la comunidad y de sus organismos un estilo de comunicación libre y auténtica, sin dobleces y oportunismos? ¿Y ante la sociedad de la cual formamos parte? ¿Cuándo y cómo logramos decir lo que realmente tenemos en el corazón? ¿Cómo funciona la relación con el sistema de los medios de comunicación (no sólo los medios católicos)? ¿Quién habla en nombre de la comunidad cristiana y cómo es elegido?
IV. CELEBRAR
“Caminar juntos” sólo es posible sobre la base de la escucha comunitaria de la Palabra y de la celebración de la Eucaristía. ¿Cómo inspiran y orientan efectivamente nuestro “caminar juntos” la oración y la celebración litúrgica? ¿Cómo inspiran las decisiones más importantes? ¿Cómo promovemos la participación activa de todos los fieles en la liturgia y en el ejercicio de la función de santificación? ¿Qué espacio se da al ejercicio de los ministerios del lectorado y del acolitado
V. CORRESPONSABLES EN LA MISIÓN
La sinodalidad está al servicio de la misión de la Iglesia, en la que todos sus miembros están llamados a participar. Dado que todos somos discípulos misioneros, ¿en qué modo se convoca a cada bautizado para ser protagonista de la misión? ¿Cómo sostiene la comunidad a sus propios miembros empeñados en un servicio en la sociedad (en el compromiso social y político, en la investigación científica y en la enseñanza, en la promoción de la justicia social, en la tutela de los derechos humanos y en el cuidado de la Casa común, etc.)? ¿Cómo los ayuda a vivir estos empeños desde una perspectiva misionera? ¿Cómo se realiza el discernimiento sobre las opciones que se refieren a la misión y a quién participa en ella? ¿Cómo se han integrado y adaptado las diversas tradiciones en materia de estilo sinodal, que constituyen el patrimonio de muchas Iglesias, en particular las orientales, en vista de un eficaz testimonio cristiano? ¿Cómo funciona la colaboración en los territorios donde están presentes diferentes Iglesias sui iuris diversas?
VI. DIALOGAR EN LA IGLESIA Y EN LA SOCIEDAD
El diálogo es un camino de perseverancia, que comprende también silencios y sufrimientos, pero que es capaz de recoger la experiencia de las personas y de los pueblos. ¿Cuáles son los lugares y las modalidades de diálogo dentro de nuestra Iglesia particular? ¿Cómo se afrontan las divergencias de visiones, los conflictos y las dificultades? ¿Cómo promovemos la colaboración con las diócesis vecinas, con y entre las comunidades religiosas presentes en el territorio, con y entre las asociaciones y movimientos laicales, etc.? ¿Qué experiencias de diálogo y de tarea compartida llevamos adelante con los creyentes de otras religiones y con los que no creen? ¿Cómo dialoga la Iglesia y cómo aprende de otras instancias de la sociedad: el mundo de la política, de la economía, de la cultura, de la sociedad civil, de los pobres…?
VII. CON LAS OTRAS CONFESIONES CRISTIANAS
El diálogo entre los cristianos de diversas confesiones, unidos por un solo Bautismo, tiene un puesto particular en el camino sinodal. ¿Qué relaciones mantenemos con los hermanos y las hermanas de las otras confesiones cristianas? ¿A qué ámbitos se refieren? ¿Qué frutos hemos obtenido de este “caminar juntos”? ¿Cuáles son las dificultades?
VIII. AUTORIDAD Y PARTICIPACIÓN
Una Iglesia sinodal es una Iglesia participativa y corresponsable. ¿Cómo se identifican los objetivos que deben alcanzarse, el camino para lograrlos y los pasos que hay que dar? ¿Cómo se ejerce la autoridad dentro de nuestra Iglesia particular? ¿Cuáles son las modalidades de trabajo en equipo y de corresponsabilidad? ¿Cómo se promueven los ministerios laicales y la asunción de responsabilidad por parte de los fieles? ¿Cómo funcionan los organismos de sinodalidad a nivel de la Iglesia particular? ¿Son una experiencia fecunda?
IX. DISCERNIR Y DECIDIR
En un estilo sinodal se decide por discernimiento, sobre la base de un consenso que nace de la común obediencia al Espíritu. ¿Con qué procedimientos y con qué métodos discernimos juntos y tomamos decisiones? ¿Cómo se pueden mejorar? ¿Cómo promovemos la participación en las decisiones dentro de comunidades jerárquicamente estructuradas? ¿Cómo articulamos la fase de la consulta con la fase deliberativa, el proceso de decisión (decision-making) con el momento de la toma de decisiones (decision-taking)? ¿En qué modo y con qué instrumentos promovemos la transparencia y la responsabilidad (accountability)?
X. FORMARSE EN LA SINODALIDAD
La espiritualidad del caminar juntos está destinada a ser un principio educativo para la formación de la persona humana y del cristiano, de las familias y de las comunidades. ¿Cómo formamos a las personas, en particular aquellas que tienen funciones de responsabilidad dentro de la comunidad cristiana, para hacerlas más capaces de “caminar juntos”, escucharse recíprocamente y dialogar? ¿Qué formación ofrecemos para el discernimiento y para el ejercicio de la autoridad? ¿Qué instrumentos nos ayudan a leer las dinámicas de la cultura en la cual estamos inmersos y el impacto que ellas tienen sobre nuestro estilo de Iglesia?
Las reuniones de consulta sinodal se pueden organizar entre varios grupos en una parroquia o reuniendo a diferentes personas de diferentes parroquias. También otros organismos diocesanos u organizaciones religiosas o laicas pueden colaborar para organizar reuniones de consulta. El siguiente es un esquema general de los pasos que puede seguir.
1. Sugerimos formar un equipo organizativo para planificar y llevar a cabo el proceso de consulta y las reuniones locales, incluido el discernimiento sobre cómo llegar a las personas convocadas y sobre los métodos más adecuados para promover el diálogo y participación en el contexto de una auténtica experiencia sinodal.
2. Se puede fomentar la participación mediante anuncios parroquiales y redes sociales, cartas, etc. Con la ayuda de organismos e instituciones vecinales y de las instituciones eclesiales locales, como escuelas y centros sociales, se puede hacer un esfuerzo especial para identificar y llegar a aquellos que habitualmente no están en contacto con la comunidad eclesial. Se debe hacer esfuerzos para involucrar a aquellos que están excluidos o cuya voz a menudo no se toma en cuenta.
3. Lo ideal es que los participantes sean personas que reflejen una diversidad de comunidades, experiencias, culturas, edades y estilos de vida. La consistencia de los grupos puede depender del lugar del encuentro y del número de moderadores que lo sirven.
4. Aproximadamente 2 o 3 semanas antes de la reunión, se debe enviar a todos los participantes el material preparatorio para la oración y la reflexión que puede incluir un texto breve sobre los principios de la sinodalidad, las principales preguntas para la reflexión y algunas sugerencias para rezar y discernir estas cuestiones, incluyendo algunos pasajes de la Escritura. Los participantes también deben ser informados sobre el método que se utilizará en la reunión sinodal. Debe darse algo de tiempo para la preparación personal utilizando todo este material. Esto es fundamental para que el diálogo sea fructífero.
5. Las cuestiones principales de reflexión deben ser pertinentes y sintéticas. A menudo es mejor tener algunas preguntas que se puedan dialogar en profundidad, en lugar de muchas preguntas que obtendrían respuestas superficiales. Este Sínodo plantea la siguiente cuestión fundamental: «En una Iglesia sinodal, que anuncia el Evangelio, todos “caminan juntos”: ¿cómo se realiza hoy este «caminar juntos» en la propia Iglesia particular? ¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu para crecer en nuestro “caminar juntos”?» (DP 26).
Para responder a estas preguntas, estamos invitados a:
– Recordar nuestras experiencias: ¿Qué experiencias de nuestra Iglesia local nos recuerda esta pregunta?
– Volver a leer estas experiencias con mayor profundidad: ¿Qué alegrías han aportado? ¿Cuáles son las dificultades y los obstáculos encontrados? ¿Qué heridas han revelado? ¿Cuáles son los conocimientos que han suscitado?
– Recoger los frutos para compartirlos: ¿En qué parte de estas experiencias resuena la voz del Espíritu Santo? ¿Qué nos pide el Espíritu? ¿Cuáles son los puntos a confirmar, las perspectivas de cambio, los pasos a dar? ¿Dónde registramos un consenso? ¿Cuáles son los caminos que se abren para nuestra Iglesia local? A menudo es muy útil para los participantes reflexionar sobre el camino que ha recorrido la comunidad local hasta hoy. ¿Cuál fue la historia de la vida de fe de la comunidad? ¿Qué camino ha recorrido la comunidad para llegar a donde está ahora? ¿Cómo se ha hecho sentir la presencia de Dios? Recordar juntos el pasado a menudo ayuda a construir una comunidad y a guiar el camino que le espera.
Para ayudar a las personas a profundizar en esta cuestión fundamental, se han desarrollado diez temas que resaltan algunos aspectos significativos de la «sinodalidad vivida» (DP 30). Las preguntas que acompañan a cada uno de los diez temas se pueden utilizar como punto de partida o como guía para enriquecer la consulta. Estas preguntas se encuentran en la Parte 5 del Vademécum, pero puede encontrar una versión más detallada en los materiales adjuntos disponibles en la página web del Sínodo.
La síntesis diocesana tiene por objeto transmitir los principales frutos del discernimiento de todo el Pueblo de Dios de la diócesis. Se recomienda que estas aportaciones se resuman en un documento de no más de diez páginas.
Otros materiales como imágenes, videos, historias, expresiones artísticas y testimonios personales pueden presentarse como anexos, en la medida en que ayuden a resaltar la experiencia y aportes de los participantes. La síntesis diocesana debe reflejar la diversidad de puntos de vista y opiniones expresadas y prestar especial atención a las experiencias vividas por los participantes, tanto positivas como negativas. El resumen debe ser fiel a las voces de las personas y a lo que surgió de su discernimiento y diálogo, en lugar de una serie de declaraciones generalizadas o doctrinalmente correctas. Los puntos de vista que se oponen entre sí no deben omitirse, sino reconocerse y declararse como tales. Las opiniones no deben excluirse simplemente porque fueron expresadas por una pequeña minoría de participantes. De hecho, a veces la perspectiva de lo que podríamos llamar una «aportación minoritaria» puede constituir un testimonio profético de lo que Dios quiere decirle a la Iglesia. El contenido del resumen se puede organizar de acuerdo con las siguientes preguntas, que se ofrecen como sugerencia.
El objetivo es transmitir adecuadamente los diversos frutos, lo comprendido, las alegrías y desafíos de la experiencia sinodal y el discernimiento entre los fieles de la diócesis:
• En cuanto al proceso de consulta, ¿cuáles fueron los principales pasos que se dieron en la diócesis? ¿Cuáles fueron las principales preguntas? ¿Qué se ha hecho para involucrar al mayor número posible de participantes y llegar a las periferias? ¿Aproximadamente qué porcentaje de personas en la diócesis han participado de una forma u otra? ¿Hubo algún grupo cuya participación fue particularmente destacable? ¿Hubo grupos específicos que no participaron por alguna razón?
• ¿Qué fue lo más significativo de toda la experiencia de la consulta? ¿Cuáles fueron las fortalezas y debilidades, los consuelos y desolaciones? ¿Qué disposiciones, actitudes o sentimientos fueron notables? ¿Qué 2 tensiones o desacuerdos han surgido del proceso de escucha? ¿Qué temas o cuestiones dieron lugar a diferentes puntos de vista? En general, ¿cuáles fueron los frutos que trajo el Espíritu Santo a través de esta experiencia?
• Entre las respuestas de las reuniones locales, ¿qué fue particularmente significativo, sorprendente o inesperado? ¿Qué nuevas perspectivas o nuevos horizontes se han abierto? ¿Qué historias o experiencias de vida en particular fueron particularmente conmovedoras y por qué? ¿Qué puntos de vista parecen haber tenido una fuerte resonancia? ¿Qué puntos de vista fueron menos mencionados mientras eran interesantes y dignos de mención?
• En general, ¿qué ha inspirado el Espíritu Santo a la comunidad con respecto a la realidad actual de la sinodalidad en la Iglesia local, incluidas las luces y las sombras? ¿Qué dijeron los participantes sobre las áreas en las que la Iglesia necesita sanación y conversión, en su vida espiritual, en la cultura, las actitudes, las estructuras, las prácticas pastorales, las relaciones y el impulso misionero?
• ¿De qué manera el Espíritu Santo está invitando a la Iglesia local a crecer en sinodalidad? ¿Qué sueños, deseos y aspiraciones de la Iglesia expresaron los participantes? Según sus respuestas, ¿qué pasos se siente llamada a dar la diócesis para ser más sinodal? ¿Cuáles son los próximos pasos que nuestra diócesis está llamada a dar en el camino de la sinodalidad, en comunión con toda la Iglesia?
• ¿Qué imágenes culturales puede representar nuestra experiencia de la sinodalidad? Se recomienda que la síntesis sea preparada por un equipo pequeño en lugar de una gran asamblea. Este equipo llevará a cabo su tarea en colaboración con el obispo y el (los) referente(s) diocesano(s). Deberá leer todas las contribuciones con espíritu de oración.
Las mismas reuniones de SÍNODO DE LOS OBISPOS equipo deben estar marcadas por la sinodalidad y el discernimiento espiritual, escuchando la voz viva del Pueblo de Dios en toda la diócesis bajo la guía del Espíritu
Santo.
Cada diócesis puede optar por preparar la síntesis antes o después del encuentro presinodal diocesano, siempre que los frutos de ese encuentro se incorporen a la síntesis diocesana. En la medida de lo posible, todos deben sentir que su voz está representada en la síntesis. En aras de la transparencia, todos pueden conocer los nombres de los miembros del equipo de redacción, así como los del proceso de resumen de las respuestas. Se recomienda encarecidamente que el resumen se haga público una vez redactado, como piedra final del recorrido de la diócesis por el camino de la sinodalidad.
En la medida de lo posible, debe ofrecerse la oportunidad al Pueblo de Dios para que revise y reaccione al contenido de la síntesis diocesana antes de que sea enviado oficialmente a la Conferencia episcopal.