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Durante muchos años estuve apartado de Dios, había dejado de acercarme a los sacramentos, y me había separado de la Iglesia. Llegué a los Heraldos del Evangelio y comencé a participar en las misiones marianas llevando una imagen de la Virgen María a las casas de personas que lo solicitaban. Quedé sorprendido y maravillado. ¿Cómo habría podido viajar en metro yendo con una imagen de la Virgen, dando testimonio de mi fe, siendo como soy, una persona tímida? Sin la gracia de Dios sería imposible. Así fui con Ella en el metro de Madrid. ¡Qué misión tan hermosa y dulce pasear por las calles de este querido y viejo Madrid, viendo como Ella se hace la encontradiza con muchas personas.

¡A cuántos he visto romper a llorar ante la talla de la Virgen!, santiguarse y arrodillarse, como aquel vigilante de seguridad uniformado…

En pleno centro de Madrid, en esta época de Iglesia en salida, yendo con la imagen de la Virgen, lo que encuentro a menudo es respeto, veneración, devoción, amor y una sonrisa. La imagen peregrina visita las residencias, las tiendas, oficinas, locales de trabajo y a los pacientes en hospitales y hogares de ancianos. Llevamos palabras de consuelo espiritual, regalando objetos de piedad. Además de rezar, les invitamos para participar en la Misa de su parroquia. Ricos y pobres, adultos o niños, viejos o jóvenes, letrados o poco cultos, católicos o miembros de otras creencias, eso no importa, con todos se realiza una intensa acción social y también las visitas a periferias.

 

José Félix López de la Torre

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